Aníbal Aravena:
Capitán emérito del buque insignia desde la vez que salvó a la
tripulación del naufragio usando un vaso como catalejos. Insiste en
concebir la tierra y el mar como superficies planas, aún usando
mapas redondos y aún teniendo contacto con las redes sociales. A
pesar de haber saltado al abordaje completamente solo más de alguna
vez, los demás miembros del buque escuela lo respetan y lo
distinguen como un líder antinatural. Su particular estilo de
conducción, que escapa a la luz ultravioleta, ha sobrepasado sus
propios límites.
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Oscar Petrel: Arponero
oficial de la Nave. Divaga mucho en la proa del barco confundiendo lo
que ve con lo que cree ver. Es por eso que a ratos dispara sus
arpones y a ratos no.
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Andrés Urzúa:
Pirata con contrato fijo y de planta. Tiene el don de la
clarividencia. Pese a no saber nadar, se niega a bajar a tierra.
Gusta ver las direccionas a seguir en su brújula de cinco vientos.
Es el encargado del diseño integral de los saqueos. Posee un
camarote aislado, con telefonía satelital y computador con
internet. Últimamente estudia las estéticas culturales de los
naufragios más peligrosos para volver a repetirlos.
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Felipe Novoa:
Surfista de aguas dulces y saladas. Es el último botín de la Nave
de los locos. Adentro del barco a desempeñado diversas faenas, desde
trapear la cubierta y lavar la bandera, hasta pilotear el buque, las
veces que no hay nadie en la cabina de mando. Hoy por hoy a subido de
rango siendo el encargado de mejorar la retumbancia de los bafles y
de musicalizar los pistones del motor, además de cambiarle las
cuerdas a las cadenas del ancla.
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